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Alimentación y sostenibilidad: el ciclo completo de la responsabilidad

Alimentación y sostenibilidad: el ciclo completo de la responsabilidad

Oct. 16, 2025, 9 a.m.

Cada 16 de octubre, el Día Mundial de la Alimentación nos invita a reflexionar sobre un principio fundamental: la alimentación no termina en la mesa. Detrás de cada alimento hay una cadena compleja que incluye producción, consumo y, muchas veces olvidado, el manejo de los desechos que deja. Entender ese ciclo completo es clave para construir un futuro más equitativo, sustentable y saludable.

1. Producción, consumo y desperdicio: un equilibrio urgente

El mundo produce suficientes alimentos para todos, pero más de 30% de esa producción se desperdicia antes de llegar al consumidor. La sobreproducción y el uso ineficiente de los recursos naturales generan un impacto ambiental significativo: deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero y pérdida de biodiversidad.

En México, se estima que cada persona desecha en promedio 94 kilos de comida al año. Este problema no solo implica un desaprovechamiento económico, sino también una carga ambiental que se multiplica cuando los residuos terminan en vertederos sin tratamiento. La gestión de los desechos orgánicos es, por tanto, una extensión directa del compromiso con la alimentación responsable.

2. Seguridad alimentaria y responsabilidad compartida

Garantizar alimentos para todos no depende solo de producir más, sino de aprovechar mejor lo que ya tenemos. En ese sentido, la seguridad alimentaria está estrechamente vinculada con la eficiencia en la cadena de valor: reducir pérdidas, recuperar nutrientes y promover prácticas sostenibles desde el campo hasta el consumo final.

Las ciudades juegan un papel clave en este reto. La recolección y tratamiento adecuados de residuos orgánicos permite reincorporar materia útil al ciclo productivo y reducir la presión sobre los ecosistemas. Aquí, empresas dedicadas al manejo responsable de residuos, como Red Ambiental, contribuyen a cerrar ese círculo virtuoso. Su labor en la expansión y modernización de centros de recolección y procesamiento garantiza que los desechos reciban un destino correcto, evitando contaminación y transformando residuos en insumos potenciales para otros procesos, como la generación de composta o energía.

El manejo inteligente de residuos también protege la salud pública. Menos basura en las calles significa menos focos de infección y un entorno urbano más limpio y saludable, condiciones básicas para un acceso justo a alimentos seguros y entornos dignos.

3. De desecho a recurso: el valor de la materia orgánica

La comida no aprovechada no tiene por qué convertirse en desperdicio. Existen múltiples opciones para transformar los residuos orgánicos en recursos útiles: composta, biogás, biofertilizantes o incluso materiales para la industria agrícola. Estas soluciones sustentables permiten reducir emisiones, regenerar suelos y cerrar el ciclo natural de la materia.

En este sentido, las acciones de gestión y valorización de residuos se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente aquellos enfocados en producción responsable y acción climática. La participación ciudadana es fundamental: separar correctamente los desechos en casa es el primer paso hacia una economía circular real.

Construir una relación responsable con la comida es también construir una relación responsable con el planeta. Cada decisión que tomamos —al consumir, desechar o reciclar— forma parte del mismo ciclo.

Y en ese ciclo, todos tenemos un papel: productores, consumidores, autoridades y también quienes se encargan de que nuestros desechos se transformen en nuevas oportunidades para un futuro más limpio y equitativo.